diumenge, 5 de setembre del 2010

El insconsciente por Vanesa Narváez Resiliencia

El Inconsciente Probablemente alguna vez habrás tenido la sensación de que hay cierta dualidad dentro de ti, como si en tu interior ocurrieran cosas que no acabas de comprender o sobre las cuales no tienes suficiente información. Esto es debido a que los seres humanos operamos de forma paralela en dos niveles: el nivel consciente y el inconsciente.

Aunque ignoramos nuestra actividad inconsciente, el producto de la misma no suele pasarnos desapercibido. De vez en cuando nos sentimos nerviosos o tristes y no logramos averiguar por qué. Otras veces podemos sentir un injustificado rechazo hacia determinadas personas sin que éstas se hayan comportado mal con nosotros. Cuando estamos realmente convencidos de que queremos hacer algún cambio en nuestro estilo de vida y aún así fracasamos una y otra vez al intentarlo, a menudo es debido a que nuestra parte no consciente nos está impidiendo alcanzar nuestra meta. Es también habitual ver como algunas personas boicotean sus relaciones de pareja o sus puestos de trabajo una y otra vez, como si por alguna extraña razón no se permitieran ser felices. Otras veces la influencia de nuestro inconsciente se manifiesta en forma de sentimientos injustificados y crónicos de culpa, o en un miedo irracional a ser abandonado o a fracasar.

Puesto que nuestra actividad inconsciente influye en nuestro bienestar, resulta de gran utilidad tener en cuenta su existencia y sus mecanismos de funcionamiento.

El inconsciente no es más que una combinación de vivencias y sentimientos que fueron almacenados en nuestra mente predominantemente durante nuestra infancia. La particularidad de estos contenidos es que, aunque no seamos capaces de recordarlos nítidamente, dejaron en su momento una fuerte huella que aún hoy perdura en nosotros, manifestándose en forma de pautas de pensamiento-sentimiento-acción repetitivas que se activan ante determinadas circunstancias.

Resulta muy útil imaginarnos a la parte inconsciente de nuestro ser como un niño pequeño que vive en nuestro interior conservando aún algunos de los temores de cuando nosotros teníamos su edad. Muy a menudo éste guarda “facturas pendientes” por cobrar a nuestros padres u otros seres queridos, de forma que aún alberga rencores y confusión fruto de situaciones ocurridas hace muchos años. A veces este pequeño sigue pensando que necesita hacerlo siempre todo bien para conseguir el amor de los demás y hace que el adulto en el que vive se comporte de manera complaciente y perfeccionista sólo por miedo al rechazo. Otras veces aprendió que la única manera de que alguien le prestara atención y no lo dejaran solo era mostrarse enfermo, incapaz o débil ante las tareas, perpetuando estas conductas en la vida adulta pese al paso de los años. También son habituales los casos en los que, después de escucharlo una y otra vez, este niño llegó a creer que no tenía nada interesante que aportar a los demás y que si alguien le castigaba era porque se lo merecía, siendo incapaz en su vida adulta de defender sus derechos y exigir ser tratado con respeto y consideración. El inconsciente de algunas personas duda incluso de si alguna vez han sido amadas por alguien y de si serán algún día capaces de merecer y conseguir la atención y el amor de otras personas.

Aunque la lista de posibles ejemplos sería interminable, lo que resulta realmente interesante del conocimiento del inconsciente no es tanto el intentar recordar las vivencias concretas generadoras de estas dificultades, sino ser conscientes de su existencia y mirar cómo podemos actuar para hacer que esta parte de nosotros deje de perjudicarnos e incluso nos heche una mano de vez en cuando.

No se trata en ningún caso de luchar contra este niño interior que todos llevamos dentro, sino de hacer que se vaya convirtiéndo poco a poco en una herramienta para mejorar. El primer paso de este proceso consiste en detectar aquellas situaciones en las que cabe la posibilidad de que nuestros miedos e inseguridades inconscientes estén entrando en juego. El simple hecho de darse cuenta de esto ya es en si mismo liberador, pues implica empezar a dudar de la veracidad de lo que ese niño temeroso nos dice constantemente.

Una vez abierta esta ventana seremos capaces de dialogar con nuestros miedos y usarlos como una especie de alarma que nos ayude a saber cuándo algo no marcha del todo bien en nuestro interior, cosa que nos permitirá actuar al respecto.

Algunas personas, al reflexionar sobre la influencia de su pasado empiezan a sentir un gran rencor hacia las personas que los hirieron, culpabilizándolas de los dolores que sufren en su vida adulta. Si este es tu caso, no te preocupes, es una parte normal del proceso: si tienes que sentir rabia siéntela, no te reprimas. Pero ten siempre presente que hay un objetivo muchísimo más importante que el de buscar culpables o explicaciones a tu malestar: trabajar ahora para que éste cese y dé paso a una mayor consciencia y paz en tu vida.

Cuando sientas temor o ansiedad irracionales, cuando te asustes, te sientas incapaz, te culpes o te castigues: tómate unos minutos para hablar con la parte de ti que está causando este dolor. Hazle saber al niño que llevas dentro que la batallas pasadas dejan ahora de tener sentido, que ahora tu eres el único responsable de tu bienestar y que le ayudarás a crecer y mejorar poco a poco. Cuestiónale las veces que haga falta el sustento de sus temores, hazle saber que las cosas no suelen ser realmente como él las ve y que existen otras muchas opciones.

Con esta actitud verás como dentro de poco te sorprenderás sonriendo ante los intentos de tu inconsciente de boicotearte. Puede que esta parte de ti reaccione al principio intensificando su malestar, como hace un niño pequeño cuando uno deja de prestar atención a sus rabietas. No te preocupes y persevera, verás como en breve su capacidad para alterar tu calma disminuirá.

Cuando uno se libera de las cargas del pasado y pasa a atender las oportunidades credoras del momento presente experimenta una especie de ligereza: la consciencia hace que el peso de las creencias, los temores y el rencor almacenados durante años desaparezcan dejando que la paz y la confianza ocupen su lugar.

Tomar consciencia de lo inconsciente te permitirá lograr que la totalidad de tu ser (y no sólo una parte de ti) trabaje en la misma dirección: aquella que te permitirá lograr tus objetivos.

Es a esto a lo que se refirieron los grandes sabios al afirmar que el peor enemigo que uno puede tener es precisamente uno mismo. Pero hay una buena noticia: también podemos convertirnos en nuestros mejores amigos.

VNP

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