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Liderazgo y felicidad son dos términos que aparecen de forma
frecuente y unida en muchos de los artículos especializados en
organizaciones y personas; además, las empresas hablamos constantemente
de las características, competencias imprescindibles para nuestros
líderes y , la pregunta que surge es: ¿Cuántos de estos líderes de
personas están ahí fruto de
las circunstancias o conscientemente y por
tanto aprovechando al máximo sus auténticas capacidades, comprometidos y
disfrutando al máximo de su trabajo?.
Cada uno de nosotros tenemos motivaciones muy propias, personales y
profesionales para hacer lo que hacemos, aun así no podemos guiar a los
demás hacia un lugar, en este caso, “la felicidad en el trabajo”, si no
somos capaces de encontrarla en nosotros, para nosotros mismos y
saborearla.
¿Te has preguntado alguna vez qué es la Felicidad y qué significa
para ti en el día a día como líder de personas?. Déjame decirte que no
es lo mismo conocer que saber, la diferencia entre ambos términos es
algo tan importante como la experiencia.
Tras investigar en la materia parece claro que la felicidad, de una manera sencilla, podemos descomponerla en 3 niveles:
1. Un primer nivel es la búsqueda de placer o sencillamente emociones positivas, diversión y buen humor. Los efectos positivos de éstas son claros e indiscutibles a nivel biológico, psicológico y relacional, por tanto interesante incluso imprescindible en la productividad de los ambientes de trabajo.
2. El segundo nivel lo constituye el compromiso, que podemos entender de alguna manera como algo contrario al primer nivel, desde el punto de vista de que, la diversión te distrae, te evade y, el compromiso te concentra en aquello que realizas, es el pensamiento y el sentimiento concentrado en la acción.
Tanto este nivel como el anterior, de forma aislada, proporcionan niveles de satisfacción interesantes aunque acotados en el tiempo en el que dura la diversión o la acción en la que te concentras.
3. Las investigaciones demuestran que existe un tercer componente o nivel de felicidad que consiste en tener un “sentido de vida” que, aplicado al trabajo y concretamente a los líderes, conllevará tener un liderazgo con sentido, con un interés que transciende la persona y la posición en el organigrama.
Cuántos de nosotros hemos evaluado estos componentes de forma que
sepamos qué es lo que nos identifica, qué nos guía y, cuál es nuestro
estilo propio.
Por estilo propio entenderemos el autoconocimiento, tanto de las
debilidades como sobre todo de las fortalezas, y no sólo el conocimiento
de nuestros valores, no olvidemos que hablamos de felicidad y, para
ello, son nuestras auténticas fortalezas las que nos permitirán
disponer mediante su aplicación continua, de una vida personal y
profesional con sentido, por la que comprometernos y con la que
disfrutar.
Parece que la vida plena es el sumatorio de las tres, de una vida
agradable, de una vida comprometida y de una vida con significado, por
esto planteo que la primera reflexión a realizar es ¿Cuál es el sentido de nuestra vida personal y profesional?, o lo que es igual, ¿Cuáles son mis fortalezas?
En segundo lugar ¿Qué puedo hacer para aplicar mis fortalezas en mi día a día a mi forma de liderar? La respuesta te hará comprometerte con tu forma de actuar y, en último lugar ¿Cómo hago para disfrutar durante el proceso?
Si un líder puede contestarse a sí mismo estas preguntas y actuar en
coherencia con ellas, además de ser feliz y disponer de un estilo
propio, estará preparado para; liderar su equipo de trabajo, conocer las
fortalezas de cada uno de los integrantes, guiar a cada miembro de su
equipo en la manera de aplicar sus fortalezas en post del bien común y
hará que todos disfruten el camino.
Coautor: César Rodríguez Martín (Doctor en Psicología. Experto en Liderazgo y Psicología Positiva)
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