En los animales no humanos, cuando los grupos comienzan a ser numerosos y hay que gestionar situaciones de riesgo o cambio, ceder el liderazgo a uno o varios de los miembros es una estrategia muy eficaz. Por ejemplo, en especies en las que los individuos deben actuar y moverse continuamente, debido a las presiones ecológicas y sociales, es muy probable que aparezcan relaciones de líder/seguidores que organicen y coordinen al grupo. Estos patrones también emergen en otras actividades colectivas como son la caza, la defensa contra depredadores y el mantenimiento de la paz en el seno del grupo.
Sesión de acicalamiento en babuinos (imagen: Sockmister / Flickr).
Entre los chimpancés, los líderes son los encargados de la defensa y de las patrullas por los límites del territorio. Reciben grandes sesiones de acicalamiento, pero también son los que más tiempo acicalan a otros; aunque está repartido entre más individuos. Entre otras, una responsabilidad fundamental de todo macho alfa es la de intervenir en la resolución de conflictos que aseguren la estabilidad del grupo. Estos suelen mediar en los conflictos poniendo fin en las peleas o equilibrando las fuerzas entre los contrincantes. El antropólogo Ted Lewellen, identificó en sus estudios sobre política esta misma función del liderazgo en casi la totalidad de las sociedades humanas.
Pero en ocasiones, la fuerza del líder se puede convertir en una debilidad, debido al
aislamiento al que te someten los otros miembros. Este es el caso de Estados Unidos durante el periodo Bush, el cual se vio aislado en varias ocasiones por gran parte de la comunidad internacional. Y es que algunos líderes parecen invitar al resto a cooperar contra ellos y pueden llegar a ser sustituidos por otros si no son eficaces en estas funciones. Por esta razón, es fundamental la capacidad de establecer alianzas con otros miembros clave del grupo que apoyen tu posición. En la colonia de chimpancés de Arhem, en Holanda, el primatólogo Frans de Waal, describió cómo algunos líderes eran depuestos por otros tras perder todos sus apoyos, al igual que en el caso norteamericano.
aislamiento al que te someten los otros miembros. Este es el caso de Estados Unidos durante el periodo Bush, el cual se vio aislado en varias ocasiones por gran parte de la comunidad internacional. Y es que algunos líderes parecen invitar al resto a cooperar contra ellos y pueden llegar a ser sustituidos por otros si no son eficaces en estas funciones. Por esta razón, es fundamental la capacidad de establecer alianzas con otros miembros clave del grupo que apoyen tu posición. En la colonia de chimpancés de Arhem, en Holanda, el primatólogo Frans de Waal, describió cómo algunos líderes eran depuestos por otros tras perder todos sus apoyos, al igual que en el caso norteamericano.
Afortunadamente, la existencia de otras lealtades en el grupo suponen una oposición muy efectiva en forma de contrapoder que frena los excesos de los individuos dominantes. En varias poblaciones de chimpancés, se tiene constancia de la creación de coaliciones de hembras contra líderes déspotas o muy agresivos. Estas conductas tienen mucha lógica, si pensamos que las hembras están especialmente interesadas en la estabilidad y el equilibrio del grupo.
Una patrulla de chimpancés macho defiende su territorio.
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Según la creencia popular, el líder es siempre el más fuerte. Varios estudios demuestran que no siempre es así. En muchas ocasiones, el liderazgo se consigue de manera indirecta, ya que no se puede exigir ni aspirar directamente a él, según lo constatado en diversas sociedades preindustriales. Es cierto que en algunas especies con jerarquías estrictas, los individuos dominantes suelen tomar el rol de líder. Esto sucede en especies como los babuinos, los gorilas y los lobos. Pero en muchos casos, los individuos dominantes no pueden ser líderes porque no facilitan el seguimiento de otros con su conducta. Muy al contrario, estos suelen mostrarse muy agresivos e intolerantes a la proximidad física debido a su poder. Este tipo de individuos no pueden ser calificados de verdaderos líderes, sino más bien dictadores que normalmente tienen poca influencia sobre el día a día del grupo.
Por las observaciones realizadas en primates y en algunas sociedades preindustriales, el liderazgo emerge de forma natural cuando damos prioridad a las relaciones, poseemos conocimientos o habilidades especiales, formamos alianzas con miembros relevantes del grupo o asumimos las responsabilidades implícitas en el puesto. Además, todos estos factores procuran prestigio y reputación al sujeto que es o aspira a ser líder; lo que será fundamental para mantenerse un poco más de tiempo en el poder, puesto que este nunca es eterno. Por esta razón, al igual que sucede en las organizaciones humanas, es importante recordar que el liderazgo no es un tema individual sino un fenómeno colectivo. La razón es que los líderes necesitan de manera irremediable el apoyo en otros para sostener dicha posición en la jerarquía. Aunque estos son los que obtienen la mejor recompensa, también son los que más comparten. De lo contrario, no obtendrán la cooperación del resto en el futuro. Aparte de intervenir en los conflictos, como ya hemos mencionado, si son protagonistas de uno, también pueden ser los más interesados en dar el primer paso para su resolución, ya que nunca saben cuando necesitarán a su oponente.
Pero, ¿quién suele liderar? Y ¿qué motivación hay para hacerlo? Según algunas investigaciones realizadas con peces, parece que aquellos individuos que más necesidades tienen de un recurso en particular tienden a liderar con más frecuencia. Los modelos matemáticos y simulaciones de software realizadas así lo avalan. Estos predicen que en un gran porcentaje de las ocasiones, el compañero con menos recursos energéticos, de manera espontánea, emergerá como líder para coordinar el forrajeo. Quizá sea esta la razón por la que se ha observado a las hembras asumir posiciones de liderazgo en diversas especies, como por ejemplo lémures y gibones.
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