El catedrático de Neurología de Harvard, Álvaro Pascual-Leone, opina que el liderazgo y tener un “cerebro sano” están relacionados. Según él, esta capacidad se puede entrenar gracias a técnicas de estimulación cerebral no invasiva.
(Ilustración: Reporte Indigo) |
Álvaro Pascual-Leone es un líder mundial en la investigación, aplicación clínica y enseñanza de la estimulación cerebral no invasiva. El catedrático de Neurología en la Escuela de Medicina de Harvard, que supera las 30.000 citas de sus publicaciones científicas, también dirige el Berenson-Allen for Noninvasive Brain Stimulation en el Beth Israel Deaconess Medical Center. Recientemente, el investigador visitó su ciudad natal, Valencia, para relacionar en una charla el liderazgo con el cerebro, en una jornada organizada por la Cátedra de Empresa Familiar de la Universitat de València (CEF-UV).
Pascual-Leone afirma que el liderazgo es «una realidad humana ineludible». «No podemos evitar
ser líderes y todos lo somos, desde el director de una empresa hasta el encargado de la limpieza», señala. Y esto, como se está descubriendo, está relacionado con el cerebro humano. «Cuando tomas una decisión, te cambia el cerebro», comenta.
Pero, ¿qué significa ser un buen líder? Entre una considerable lista de atributos, debe «escuchar bien, tener empatía, actitud optimista, grandes sueños, ser efectivo, resistir al sacrificio en silencio, ser generoso, tener humildad, humor, integridad, coherencia y un propósito vital». Pascual-Leone defiende que la respuesta para llegar a ser un gran líder está en el cerebro. Pero para llegar hasta ese punto es ineludible tener «un cerebro sano».
El cerebro permite al ser humano actuar sobre el mundo-ambiente. «El cerebro es un generador de hipótesis, que contrasta con lo que ve y entonces genera una acción», explica el investigador. Así es como el hombre sabe «cómo moverse por el mundo». Sin embargo, la mayoría del tiempo el cerebro actúa sin relacionarse con el exterior. ¿Qué hace entonces? Centrarse en la percepción sobre uno mismo. Es por ello que «juega un papel fundamental en todas las enfermedades». «Un cerebro sano es esencial para la salud general», apunta.
El problema es que una de cada cinco personas en el mundo está afectada por enfermedades del sistema nervioso, provocando una «situación insostenible» principalmente porque «acabaremos perdiendo el beneficio de la sabiduría de las personas mayores». Pascual-Leone afirma que envejecer «no es perder las capacidades, sino cambiarlas». Con el tiempo, las personas adquieren la propiedad de «ver relaciones aparentemente no existentes» y «eso es la base de la sabiduría». Por eso el científico afirma que las empresas familiares tendrán una «riqueza conceptual mayor» si se integra pronto a las nuevas generaciones con las más mayores.
El «gran esfuerzo», por tanto, de la neurociencia es «encontrar marcadores tempranos de las enfermedades para poder actuar antes de que empiecen». El cerebro está formado de neuronas conectadas en redes neuronales que producen un trillón de conexiones cada cinco segundos. Estos cambios son los que producen la plasticidad, que es «el invento de la naturaleza para poder superar las limitaciones que impone el genoma». «El reto no es activar la plasticidad, sino guiarla adecuadamente», señala. Y precisamente ahí es donde encaja la pieza que aporta la investigación de Pascual-Leone.
El uso de técnicas de estimulación magnética transcraneal permite activar las zonas motoras del cerebro y ver cómo están conectadas con el cuerpo. «Podemos medir la plasticidad del cerebro», dice. Se trata de una técnica poderosa en neurorehabilitación, porque permite entender la causa proximal de discapacidad en cada enfermo, y utilizar la plasticidad para guiarla y así acelerar la recuperación funcional de cada individuo. El objetivo es dar con esa cantidad «óptima» de plasticidad, ni excesiva ni nula. Este conocimiento y visión del cerebro ofrece la posibilidad, por tanto, de «entrenar las cualidades» que hacen de las personas mejores líderes.
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