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Seguro
que con esta descripción muchos os hacéis una idea de a qué me
refiero. Como no tengo que salir de casa, me levanto, desayuno y
enciendo el ordenador para ponerme a trabajar, y no necesariamente por
este orden. No nos hemos cambiado de ropa y no hay discontinuidad entre
la
vida personal y la laboral, que se acaban mezclando. Esto no tiene nada de malo si somos capaces de llevar a cabo nuestras tareas.
vida personal y la laboral, que se acaban mezclando. Esto no tiene nada de malo si somos capaces de llevar a cabo nuestras tareas.
La procrastinación es tu peor enemiga
Pero por lo general es fácil caer en la procrastinación
y no acabar con el trabajo pendiente. Tenemos toda el día por delante,
sin nadie que nos moleste o nos interrumpa, organizándonos de la
manera que pensamos que es más eficaz y además nos ahorramos los
desplazamientos al trabajo, ¿puede haber algo más cómodo? Pero lo cierto
es que no funciona del todo así.
Tanto
si trabajamos de forma habitual, o si tenemos la posibilidad de usar
el teletrabajo para realizar parte del mismo desde casa, los criterios
que deben regir nuestro comportamiento deben ser los de la
productividad. Porque sino en lugar de ahorrar tiempo con
desplazamientos, lo que haremos será acabar trabajando muchas más horas
de las que lo haríamos si estamos en la oficina. Y en el caso del
autónomo que trabaja en casa, acabar trabajando a todas horas, todos los
días del año.
Esto
por no hablar de los imprevistos. Al trabajar en casa eres un recurso
fácil, para familia y amigos, para hacer gestiones. Como tu trabajas en
casa puedes organizarte y es complicado decir que no. Con lo cual
acabas dedicando muchas más horas de las que te gustaría a estas
cuestiones, y lo que es peor, suelen ser en mitad de la mañana o la
tarde, rompiendo tu ciclo de trabajo. Al final todo esto puede acabar en
un problema de salud por no tener ni los descansos, ni las
desconexiones necesarias para cambiar de chip mentalmente entre vida
personal y vida laboral.
Hábitos que te ayudan a ordenar los horarios
El
primer paso que debemos dar es establecer unos horarios. En principio
vamos a buscar trabajar ocho horas al día. Pongamos un inicio de
jornada a una hora determinada, unos descansos y sobre todo un fin. Si
luego necesitamos echar horas extras veremos en qué circunstancias son
necesarias y cuando no. Pero lo normal es tratar de establecer una
jornada ordenada.
- Establece tus rutinas una vez que hemos definido los horarios. Al igual que cualquier otro trabajador nos levantamos a tal hora, ducha, desayuno, nos vestimos y comenzamos la jornada de trabajo a la hora establecida, ni antes ni después. Si nos ha sobrado tiempo y todavía no es la hora de comenzar podemos leer un poco el periódico, redes sociales, etc.
- Tener un espacio de trabajo en tu casa es básico. Si tienes la suerte de poder habilitar un despacho perfecto, sino puede ser un rincón en cualquier lugar de la casa, pero siempre debes tener claro que es tu espacio de trabajo. Tenerlo ordenado y limpio ayudará a concentrarte en la tarea.
- Sal a trabajar. Puede parecer un contrasentido, pero lo cierto es que funciona. Antes de comenzar a trabajar sal a dar un paseo, con cinco diez minutos bastará. Si lo deseas toma un café en un bar. Luego vuelve a casa y comienza tu jornada. Es algo que psicológicamente nos ayuda a mentalizarnos para empezar el día de trabajo.
- Haz pausas programadas. No estás en casa. Estás en el trabajo. No puedes o debes levantarte a la nevera para coger algo. Es necesario, como parte de nuestra rutina, organizar los momentos de pausa o descanso para tratar de ser lo más productivos posibles, pero no hacerlo cuando nos apetezca, sino cuando hemos concluido una tarea y antes de comenzar la siguiente. Lo mismo podemos decir si lo que vamos a hacer es navegar por Internet o las redes sociales.
- Educar a la gente que está a tu alrededor: Es habitual que como estás trabajando en casa la gente de tu entorno, tu familia, te interrumpe en muchos momentos. Ya sabemos que las interrupciones suponen también un pérdida de concentración y es ésto lo que queremos mejorar. Lo mismo que si trabajamos en una oficina no entran para preguntarnos cualquier cosa banal, en casa tenemos que evitar esta interrupciones. Ya tendremos los momentos de breves pausas para que nos digan lo que sea. He conocido algún caso extremo en que el trabajador obligaba a su pareja a llamarle al móvil, o enviarle un mensaje si necesitaba algo.
Conclusiones
Alguno
puede pensar que se tratan de soluciones, en algunos casos, muy
drásticas. Son necesarias cuando nos damos cuenta que no distinguimos
entre laboral y festivo, día o noche y vida personal y laboral.
Aplicarlas en muchos casos no es tan sencillo, pero lo cierto es que funcionan.
Y al final beneficia tanto al trabajador, que consigue establecer unas
pautas de trabajo adecuadas, como a su familia, ya que dispone de un
mayor tiempo libre para dedicar a la misma.
El objetivo es ser productivos en casa.
Hacer que los beneficios que podemos conseguir por trabajar en casa no
se diluyan por una mala organización, siendo menos productivos que si
estuviéramos en un entorno profesional convencional.
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