El pasado mes de mayo, UNICEF presentó su Informe “Estado mundial de la Infancia 2013” (EMI). Dicho informe recoge anualmente la evolución de los indicadores que reflejan el grado de desarrollo de la infancia en cada país, y realiza un análisis sobre alguna de las situaciones que viven los niños en el mundo.
Este año 2013, el análisis del EMI se ha centrado en la situación de las niñas y los niños con discapacidad, examinando las dificultades con las que se encuentran estos niños a la hora de acceder a los recursos y servicios, y analizando posiblessoluciones a fin de fomentar su inclusión en la sociedad.
El informe alerta sobre las distintas formas de exclusión a las que se enfrentan los niños y niñas con discapacidad, y que pueden afectarles de manera diferente en función de algunos factores, tales como el tipo de impedimento, el lugar de residencia o la cultura a la que pertenecen. Destaca como factor crucial el género, indicando que las niñas tienen
menos probabilidades que los niños de recibir atención y alimentación, de asistir a la escuela, y/o de encontrar empleo.
Asimismo, UNICEF denuncia cómo la exclusión y la discriminación que padecen estos niños y niñas, les hace vulnerables a la violencia, al abandono y a los malos tratos, y señala que “entender el alcance de la violencia contra los niños y niñas con discapacidad es un primer paso indispensable para la creación de unos programas eficaces que les eviten convertirse en víctimas de violencia y que mejoren su salud y su calidad de vida”.
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A este respecto, el texto expone los resultados de una revisión sistemática llevada a cabo por investigadores de la Universidad John Moores de Liverpool y de la Organización Mundial de la Salud, a partir de 17 estudios sobre violencia contra los niños y niñas con discapacidad (todos ellos realizados en países de altos ingresos). Los datos del meta-análisis, revelan que la prevalencia estimada de violencia contra estos niños es de un 26,7% para la violencia en general, de un 20,4% para la violencia física, y de un 13,7% para la violencia sexual. Además, el riesgo estimado de padecerla, es mayor que el de sus iguales no discapacitados (3,7 veces más proclives a padecer modalidades combinadas de violencia, 3,6 veces más propensos a ser víctimas de violencia física y 2,9 veces más probabilidades de padecer violencia sexual).
Por otro lado, UNICEF reclama en su informe medidas para fomentar la integración social y el sentido de equidad de los niños y niñas con discapacidad. Para que esto sea posible, resalta la necesidad de un cambio de percepción, reconociendo sus derechos y su potencial para actuar como agentes de cambio y no como simples beneficiarios de ayudas.
En esta misma línea, señala la importancia de que estos niños cuenten con el respaldo, tanto de sus familias, como de las organizaciones, de los medios de comunicación y de los Gobiernos. Tal y como indica el informe, estos últimos “tienen la capacidad de ayudar armonizando sus políticas y programas con el espíritu y las disposiciones de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la Convención sobre los Derechos del Niño y otros instrumentos internacionales que guardan relación con la discapacidad infantil”.
Por este motivo, insta a los Gobiernos que han ratificado ambas Convenciones a cumplir con sus compromisos, y les propone adoptar una serie de medidas destinadas a eliminar las barreras físicas, culturales, económicas, de actitud, de comunicación, etc., a las que se enfrentan diariamente los niños y niñas con discapacidad:
Poner fin a la institucionalización: el EMI denuncia que, actualmente, en muchos países se sigue ingresando a los niños y niñas con discapacidad en instituciones que presentan una baja calidad en sus servicios y que no proporcionan la atención individualizada que precisan para desarrollarse plenamente.
Apoyar a las familias, garantizándoles un sistema de protección social especializado y de calidad, así como una mayor cobertura económica.
Avanzar más allá de las normas mínimas, evaluando y adaptando continuamente los apoyos y servicios existentes.
Llevar a cabo programas coordinados de intervención temprana en los sectores de la salud, la educación y el bienestar.
Fomentar la igualdad de oportunidades educativas.
Involucrar a los niños y niñas con discapacidad en la toma de decisiones, teniendo en cuenta su aportación a la hora de diseñar y evaluar programas y servicios destinados a ellos.
Dada la falta de estudios sobre discapacidad infantil –especialmente en los países de bajos y medianos ingresos-, propone la elaboración de un programa mundial concertado de investigación sobre la discapacidad, con el fin de generar datos fiables y objetivos que orienten la planificación y asignación de recursos.
A lo largo del texto, se incluyen varios testimonios, tanto de personas con discapacidad, como de familiares y profesionales, que muestran cómo, con la oportunidad adecuada, los niños y las niñas con discapacidad son capaces de superar los obstáculos que impiden su inclusión, asumiendo en igualdad de condiciones el lugar que les corresponde en la sociedad.
Para consultar el informe completo pincha el siguiente enlace:
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