Nuestras organizaciones demandan nuevos comportamientos… una nueva praxis de hacer y construir empresa… aunque el temor a lo desconocido y al efecto rebelión de las masas les impida expresar esta necesidad de una forma más clara y precisa.
Sin embargo y pese a la necesidad de desarrollar e impulsar nuevos comportamientos, nos preocupa naturalmente la repercusión que estos puedan tener en el status quo establecido y aceptado corporativa y mayoritariamente…
Esa cómoda pero al mismo tiempo peligrosa zona de confort en la que se convierten con el paso del tiempo los procesos, las políticas y las prácticas políticamente correctas… son trampas para la evolución de cualquier organización… sin embargo, los muchos paradigmas con los que habitamos a diario reclaman
silenciosamente y, en ocasiones casi imploran que como profesionales seamos políticamente incorrectos y practiquemos la desobediencia inteligente…
Quien más y quien menos hemos tenido a lo largo de nuestra trayectoria profesional la tentación de transgredir los límites de lo corporativamente establecido… y… expresar sin pelos en la lengua, de una forma un tanto irreverente nuestra disconformidad o desacuerdo con la forma de proceder mayoritariamente aceptada…
Pero en la mayoría de ocasiones hemos “controlado” nuestra disruptiva tentación. Presumiblemente, el temor a perder nuestro propio status quo y la reputación que tanto nos ha costado conseguir… y el miedo a ser señalados y estigmatizados como “diferentes” habrán ejercido de freno de mano para mantenernos en una opinión divergente y no sumarnos a la corriente de pensamiento mayoritaria (aunque estuviésemos en claro desacuerdo con ella…); nos habrán prevenido de criticar la falta de crítica (para, precisamente no ser criticados), o nos habrán cohibido de practicar la desobediencia inteligente, negándonos a realizar algo que entendíamos perjudicaría nuestra empresa y por ende a nosotros mismos (para protegernos de un riesgo o amenaza empresarialmente hablando… inevitable por otra parte).
Sin embargo, en las circunstancias sociales, económicas y tecnológicas actuales, aún muchas organizaciones viven más preocupadas por preservar el status quo antes que por cuestionarse si esa forma de hacer y ser empresa… esos procesos, las políticas y prácticas asociadas, y lógicamente los comportamientos organizativamente aceptados siguen siendo válidos para trazar una nueva y necesaria hoja de ruta…
Nuestras empresas necesitan profesionales que pongan en práctica comportamientos que desafíen ese orden establecido. Nuestras organizaciones necesitan profesionales que practiquen una desobediencia inteligente… que cuestionen lo que se da por sentado y que pongan al servicio del negocio su capacidad para desafiar las rutinas y lo políticamente adecuado y que construyan de forma disruptiva… pero inteligentemente… una nueva realidad.
Y, en este punto conviene matizar que practicar la desobediencia inteligente no es boicotear la praxis organizativa. El boicot tiene una finalidad destructiva… por el contrario, la desobediencia inteligente pretende construir desde el desafío a lo establecido. Boicotear el status quo es igual de perjudicial (o más) que ser benevolente con él.
Una organización evoluciona cuando cambian los comportamientos de sus profesionales y, los comportamientos de los profesionales cambian cuando la organización legitima un cierto nivel de irreverencia y se libera de los prejuicios que supone hacer planteamientos y tener comportamientos (a priori…) políticamente incorrectos… cuando, en definitiva se permite y no se persigue la honestidad radical…
No ser inconformistas como profesionales y como empresas puede ser incluso una práctica negligente… cuando sospechamos que seguir haciendo las cosas de la misma forma no contribuye a generar valor en nuestro de negocio… y sin embargo no hacemos nada al respecto.
Estamos idealizando el concepto innovación… cuando en realidad hay que innovar a través de nuevas ideas… y es que, innovar, no consiste en pensar de forma diferente… innovar es hacer las cosas de manera diferente a como se han venido haciendo… y para ello en ocasiones hay que adoptar una actitud desafiante y ser profesionales con rebeldía adolescente…
Hemos construido culturas organizativas excesivamente conservadoras que han practicado la inquisición de los pensamientos divergentes… cuando, curiosamente la desobediencia inteligente es el principal motor de la innovación en una organización…
Muchas empresas enarbolan la bandera de la innovación cuando siguen premiando la obediencia extrema y la convergencia hacia la tradición… sin embargo, paradójicamente… la desobediencia… eso sí, inteligente… el no gregarismo, la crítica de la falta de crítica, resultan mecanismos imprescindibles para la supervivencia de muchas organizaciones…
La desobediencia, a los ojos de cualquiera que haya leído la historia, es la virtud original del hombre. El progreso ha llegado por la desobediencia, por la desobediencia y la rebelión.
Oscar Wilde
http://www.rrhhmagazine.com/articulos.asp?id=1204
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