neurociencia para psicologos |
Cada creyente vive su experiencia religiosa a su manera, y esa relación con la divinidad permanece, las más de las veces, incomunicable para terceros, sobre todo si no comparten su fe. Como tantas actividades humanas, esa emoción involucra al cerebro, y cada vez más aunque tímidamente, los científicos investigan qué ocurre ahí dentro en momentos de honda espiritualidad.
Nace así una nueva disciplina, que los estadounidenses han bautizado como neuroteología, un vocablo que despierta escasas simpatías en Europa.
En España, el libro del biólogo Ramón Nogués : Dioses, creencias y neuronas (Ed. Fragmenta) intenta poner el tema al alcance del gran público. Nogués, defensor de este tipo de estudios, no ve sin embargo atinada la denominación "neuroteología".
Procedente de las voces griegas "theos" (Dios) y "logos" (estudio), la teología
es la disciplina consagrada al estudio de Dios y de sus atributos y perfecciones. Por tanto, la neuroteología "equivaldría a investigar si el cerebro capta a Dios, cuando Dios no es captable –alerta Nogués–. En cambio, la ciencia neurológica sí es competente para el estudio de la religión, que es una actividad humana, pues su objetivo es ver qué ocurre en el cerebro en las actividades humanas.
Nogués juzga más acertado hablar de neuroreligión, una más de las palabras que han entrado en lo que Francisco Mora llama "Neurocultura".
Mora, fisiólogo de la Universidad Complutense y autor en el 2007 del libro "Neurocultura, una cultura basada en el cerebro" (Ed. Alianza), sostiene que "Todas las culturas son un producto del funcionamiento último de nuestro cerebro y de los códigos que lo gobiernan", y que "la neurocultura es una re evaluación crítica de las humanidades desde la perspectiva nueva de la neurociencia": neuroética, neuroestética, neuropolítica, neuroeconomía... y también neuroreligión.
¿Qué pasa en el cerebro de una persona cuando reza o medita?
Hay una amplia red de estructuras implicadas, desde el lóbulo frontal, que nos ayuda a focalizar la mente en la oración; el sistema limbico, que permite experimentar emociones poderosas y los lóbulos parietales, involucrado en su orientación en el espacio y el tiempo , estudios como los de Andrew Newberg & Eugene D'Aquilli concluyeron que la respuesta cerebral a espacio y tiempo se altera durante la meditación y la oración .
Los neurotransmisores también intervienen en el fenómeno religioso, la dopamina y la serotonina inhiben algunas estructuras del lóbulo temporal a través de aumentar la percepción de bienestar, las personas de convicciones religiosas profundas parecen poseer un especial equilibro en la relación entre estos neurotransmisores.
Por otra parte algunas experiencias religiosas extremas han sido asociadas al entorno de la epilepsia, en alguna de sus formas, como es el caso de Santa Teresa de Jesús o Mahoma.
Según los expertos consultados, la gente de fe suele interpretar esas estructuras cerebrales espirituales como una prueba de la existencia de Dios y los no creyentes tienden a sostener que la neurobiología explica "todas" las emociones humanas, entre ellas la religiosa. Seguramente, se trata de investigar sin buscar conclusiones que eliminen algúna de las partes en juego.
Dice Mora: "Incluso ha llegado a compartir mi visión de la religiosidad, la religión y el cerebro un monje benedictino".
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